En mi reciente live toqué varios mitos que existen alrededor de la crianza en sus diferentes formas. En este post me voy a centrar en la peregrina idea de que jamás debemos decir NO a nuestros hijos o hijas.
Iniciemos por el principio.
La adquisición del lenguaje se lleva a cabo de manera intensiva durante los primeros tres años de vida, aunque se continua perfeccionando a lo largo de la vida. Durante estos primeros tres años, los niños adquieren un vocabulario que podemos llamar “funcional”, porque le sirve para comunicar sus necesidades y deseos a los otros a su alrededor.
A esa edad todavía no puede hacer figuraciones, ni inferencias, ni análisis, nada de eso, esas son funciones mentales superiores que adquirirán después. Pero sí comprenden frases claras y concretas como “vamos a comer”, “es hora de dormir”, o “no puedes comer chocolate”. Es decir, sentencias cortas, claras, afirmativas o negativas.
Las niñas y los niños, desde muy corta edad, comprenden muy bien el SÍ y el NO.
Sin embargo, en aras de la “disciplina positiva” y de la “programación neurolingüística”, muchos couches (que solo han leído a Wikipedia) van por la vida enseñando a las madres y los padres que jamás deben usar el NO en la crianza de los hijos.
¿Por qué?
Bueno, entre sus argumentos está que el cerebro no registra el “no”. Y utilizan una serie de ideas que mezclan algo de neurolingüística con mucho de metafísica y las leyes de atracción. Luego eso lo aplican a la crianza y el resultado es un cóctel sin sustento científico que estresa mucho a las madres, porque se la pasan tratando de encontrar frases “asertivas” para criar a sus hijos.
La asertividad no tiene que ver con un positivismo tóxico, sino con la capacidad de expresar nuestros pensamientos y emociones sin lastimar al otro con nuestras palabras, ni echar culpas.
Así que, mamá o papá que está leyendo esto, deja de quebrarte la cabeza buscando maneras de disfrazar el NO, eso solo te está causando estrés.
El NO es necesario.
El NO ayuda a poner límites claros.
El NO permite marcar peligros y evitarlos.
¿Hay que tener cuidado al usar el NO?
La respuesta es sí, hay que tener cuidado. ¿De qué? Pues hay que cuidar que sea justificado; que se exprese desde la confianza; que esté acompañado de una explicación; que sea dicho con claridad y firmeza, pero sin imposición; que no se utilice como chantaje o autoritarismo.
Un ejemplo, su hija es intolerante a la lactosa y se le acaba de antojar un helado de chocolate que, obviamente, está hecho con leche. Ella dice “mamá, quiero helado de chocolate” y nuestra respuesta puede ser claramente “NO”. Pero debemos acompañar ese “NO” de una explicación: “mira amor, tu pancita no puede manejar una sustancia que viene en la leche y que se llama lactosa, si te doy algo con leche te dolerá mucho o puede enfermarte, por eso NO puedes comer helado de chocolate, pero si quieres te puedo comprar una paleta de fruta”.
Y esto vamos a tener que repetirlo muchas, muchas veces a lo largo de varios años hasta que nuestra hija o hijo comprenda que NO puede tomar cosas con leche.
Pero, por favor, no disfracen el NO, porque eso es terriblemente confuso para algunos niños y niñas. Es mejor decir un “NO” claro y luego explicar, que buscar frases retorcidas para decir NO sin decirlo. Suena muy pasivo-agresivo y esa jamás será una forma de criar con respeto.
¿Qué le va a enseñar a nuestros hijos el NO bien utilizado?
Les va a enseñar a poner sus propios límites, a ser asertivos, a marcar alto a las personas tóxicas, a no cargar con culpas externas, a ser más seguros, a evitar la manipulación de otros.
El NO es una excelente palabra dentro de la negociación de conflictos, siempre que se utilice con respeto y claridad.
Por eso, dejen de preocuparse por disfrazar la realidad para evitar el NO. Por el contrario, cuando esté justificado y sea necesario, díganlo, con claridad y firmeza. Créanme, les estarán haciendo a sus hijos e hijas un bien que se reflejará en su vida adulta.
Me encanta la forma en la que abordas este tema…y lo comparto totalmente…me encantó